Wabi-Sabi, belleza imperfecta

Wabi-sabi es una corriente estética japonesa basada en la fugacidad e impermanencia, es decir,  en la evanescencia de la vida.  Asimismo, esta orientación Wabi-sabi también se aplica a una forma de comprensión del mundo.

Wabi-sabi se refiere a una belleza imperfecta, impermanente e incompleta porque nada dura, nada está completado y nada es perfecto, siendo estos los rasgos más notables y característicos de lo que se considera como bello en la tradición japonesa.  Esta cultura estética japonesa sería equiparable  a los ideales griegos de la belleza y la perfección en Occidente.   En el wabi-sabi no hay momentos de eclosión y exuberancia sino momentos de asentamiento.  Esta comprensión de la belleza reside en lo modesto, lo rústico, lo imperfecto, incluso en lo decadente.

La estética wabi-sabi combina el minimalismo con la calidez de los objetos provenientes de la naturaleza. Los ambientes wabi-sabi se caracterizan por la simpleza rústica.

 

Desde el punto de vista del diseño,  wabi  se interpretaría como la cualidad imperfecta de cualquier objeto.  Así,  sabi  podría ser interpretado como el aspecto de imperfecta fiabilidad, simpleza rústica, frescura o quietud.  Sabi es la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto muestra su impermanencia que se evidencia en su pátina o desgaste.

En la estética wabi-sabi  el sol, el viento, la lluvía, el calor, el frío son agentes presentes a través de un lenguaje de decoloración, deslustre, torsión, contracción, marchitamiento, grietas, arrugas… Las cosas wabi-sabi se aprecian sólo mediante el uso y el contacto directo.

Las imágenes wabi-sabi nos obligan a contemplar nuestra propia mortalidad y evocan una soledad existencial y una delicada tristeza.